Sin embargo, cuando estoy en la iglesia, prefiero decir cinco palabras que se entiendan y que ayuden a otros, más que decir diez mil palabras en un idioma que nadie entiende.
Yo le doy gracias a Dios porque hablo en idiomas desconocidos más que todos ustedes.
Hermanos en Cristo, sean inocentes como niños, pero no piensen como niños. Piensen como personas maduras.