porque los que gobiernan no están para meterles miedo a los que se portan bien, sino a los que se portan mal. Si ustedes no quieren tenerles miedo a los gobernantes, hagan lo que es bueno, y los gobernantes hablarán bien de ustedes.
Según entiendo, cuando ustedes se reúnen, cada uno se apura a comer su propia comida y no espera a los demás. Así resulta que algunos se quedan con hambre mientras que otros se emborrachan. ¡Y eso ya no es participar en la Cena del Señor!
Más bien, eso es una falta de respeto a la iglesia de Dios, y es poner en vergüenza a los pobres. Si lo que quieren es comer y emborracharse, ¡mejor quédense en sus casas! ¿O esperan acaso que los felicite? ¡Pues no hay de qué felicitarlos!
Si alguno tiene hambre, es mejor que coma en su casa. Así Dios no tendrá que castigarlos por su comportamiento en las reuniones.
En cuanto a las otras preguntas que me hicieron, ya les daré instrucciones cuando vaya a visitarlos.
Supongamos que todos los de la iglesia se reúnen y comienzan a hablar en idiomas desconocidos. Si en ese momento entra gente de afuera, o algunos que no creen en Cristo, van a pensar que ustedes están locos.
Hermanos míos, cuando se reúnan, todo lo que hagan debe ayudar a los demás. Unos pueden cantar, otros pueden enseñar o comunicar lo que Dios les haya mostrado, otros pueden hablar en idiomas desconocidos, o traducir lo que se dice en esos idiomas.
No dejemos de reunirnos, como hacen algunos. Al contrario, animémonos cada vez más a seguir confiando en Dios, y más aún cuando ya vemos que se acerca el día en que el Señor juzgará a todo el mundo.