Pero, según hemos visto y oído, este hombre llamado Pablo ha estado alborotando a la gente de Éfeso y de toda la provincia de Asia. Les ha dicho que los dioses que nosotros hacemos no son dioses de verdad, y mucha gente le ha creído.
Si no tengo amor, de nada me sirve hablar de parte de Dios y conocer sus planes secretos. De nada me sirve que mi confianza en Dios sea capaz de mover montañas.
Sé que hablar bien de mí es una locura, pero ustedes me han obligado a hacerlo. Yo soy tan capaz como esos superapóstoles, ¡así que son ustedes los que deberían hablar bien de mí!