Porque mejor es la sabiduría que las piedras preciosas; y todas las cosas que se pueden desear, no son de comparar con ella.
¡Cuán dulces han sido a mi paladar tus dichos! Más que la miel a mi boca.
Por eso he amado tus mandamientos más que el oro, y más que oro muy puro.
Mejor me es la ley de tu boca, que millares de oro y plata.
Deseables son más que el oro, y más que mucho oro afinado; y dulces más que miel, y que licor de panales.
Mejor es adquirir sabiduría que oro preciado; y adquirir inteligencia vale más que la plata.
Hay oro y multitud de piedras preciosas; mas los labios sabios son vaso precioso.
Alef Mujer valiente, ¿quién la hallará? Porque su valor pasa largamente a la de piedras preciosas.
Buena es la ciencia con herencia; y es la excelencia de los que ven el sol.
Porque ¿de qué aprovecha al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? O ¿qué recompensa dará el hombre por su alma?
Ni está al otro lado del mar, para que digas: ¿Quién pasará por nosotros el mar, para que nos lo tome y nos lo recite, a fin de que lo cumplamos?