Ahora pues, hijos, oídme, y no os apartéis de las razones de mi boca.
De tus juicios no me aparté; porque tú me enseñaste.
Hijo mío, no se aparten de tus ojos; guarda la sabiduría y el consejo;
Oíd, hijos, el castigo del padre; y estad atentos para que sepáis inteligencia.
No se aparten de tus ojos; guárdalas en medio de tu corazón.
Ahora pues, hijos, oídme, y estad atentos a las razones de mi boca.
Mirad que no desechéis al que habla. Porque si no escaparon aquellos que desecharon al que hablaba en la tierra, mucho menos escaparemos nosotros, si desecháramos al que habla desde los cielos.