Los pensamientos del solícito ciertamente van a abundancia; mas los de todo presuroso, indefectiblemente a pobreza.
La mano negligente hace pobre; mas la mano de los diligentes enriquece.
El alma del perezoso desea, y nada alcanza; mas el alma de los diligentes será engordada.
El que tarde se aíra, es grande de entendimiento; mas el corto de espíritu engrandece la locura.
El alma sin sabiduría no es buena; y el presuroso de pies peca.
La herencia adquirida de prisa al principio, su postrimería no será bendita.
Se apresura a ser rico el hombre de mal ojo; y no conoce que le ha de venir pobreza.
¿Has visto hombre ligero en sus palabras? Más esperanza hay del loco que de él.
El que hurtaba, no hurte más; antes trabaje, obrando con sus manos lo que es bueno, para que tenga de qué dar al que padeciere necesidad.