Y si así lo haces tú conmigo, yo te ruego que me mates de repente, si he hallado gracia en tus ojos; y que yo no vea mi mal.
Y él se fue por el desierto un día de camino, y vino y se sentó debajo de un enebro; y deseando morirse, dijo: Baste ya, oh SEÑOR, quita mi alma; que no soy yo mejor que mis padres.
Y mi alma tuvo por mejor el ahogamiento, y quiso la muerte más que a mis huesos.
que perdones ahora su pecado, y si no, ráeme ahora de tu libro que has escrito.
¿Por qué fue perpetuo mi dolor, y mi herida desahuciada no admitió cura? Eres conmigo como mentiroso, como aguas que no son fieles.
¿Para qué salí del vientre? ¿Para ver trabajo y dolor, y que mis días se gastasen en afrenta?
Ahora pues, SEÑOR, te ruego que me mates; porque mejor me es la muerte que la vida.
El SEÑOR alejó tus juicios, echó fuera tu enemigo; El SEÑOR es Rey de Israel en medio de ti; nunca más verás el mal.
Y la paciencia consuma la obra, para que seáis perfectos y enteros, sin faltar en alguna cosa.