Y el que pronunciare el Nombre del SEÑOR, morirá; toda la congregación lo apedreará; así el extranjero como el natural, si pronunciare el Nombre, que muera.
Mas la persona que hiciere algo a conciencia, así el natural como el extranjero, al SEÑOR injurió; y la tal persona será cortada de en medio de su pueblo.
Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestidos, diciendo: Ha blasfemado; ¿qué más necesidad tenemos de testigos? He aquí, ahora habéis oído su blasfemia.