Mas habido consejo, compraron con ellas el campo del alfarero, por sepultura para los extranjeros.
Y los príncipes de los sacerdotes, tomando las piezas de plata, dijeron: No es lícito echarlas en el arca de la limosna, porque es precio de sangre.
Por lo cual fue llamado aquel campo, Acéldema: Campo de sangre , hasta el día de hoy.