Entonces él respondiendo, dijo: El que mete la mano conmigo en el plato, ese me ha de entregar.
Aun el varón de mi paz, en quien yo confiaba, el que comía mi pan, engrandeció contra mí el calcañar.
El perezoso esconde su mano en el seno; aun a su boca no la llevará.
Y entristecidos ellos en gran manera, comenzó cada uno de ellos a decirle: ¿Soy yo, Señor?
Con todo eso, he aquí la mano del que me entrega, conmigo en la mesa.
No hablo de todos vosotros; yo sé los que he elegido; mas para que se cumpla la Escritura: El que come pan conmigo, levantó contra mí su calcañar.