Y acaeció que saliendo el sol, preparó Dios un recio viento solano; y el sol hirió a Jonás en la cabeza, y se desmayaba, y pedía su alma la muerte, diciendo: Mejor sería para mí la muerte que mi vida.
Y decís: ¡Oh qué trabajo! Y lo desechasteis, dijo el SEÑOR de los ejércitos; y trajisteis lo hurtado, o cojo, o enfermo, y presentasteis ofrenda. ¿Me será acepto eso de vuestra mano? Dice el SEÑOR.
Porque salido el sol con ardor, la hierba se seca, y su flor se cae, y perece su hermosa apariencia; así también se marchitará el rico en todos sus caminos.