Y alzando ellos sus ojos, a nadie vieron, sino a Jesús solo.
Entonces Jesús llegando, los tocó, y dijo: Levantaos, y no temáis.
Y como descendieron del monte, les mandó Jesús, diciendo: No digáis a nadie la visión, hasta que el Hijo del hombre resucite de los muertos.
Y luego, como miraron, no vieron más a nadie consigo, sino a Jesús solo.
Y pasada aquella voz, Jesús fue hallado solo; y ellos callaron, y por aquellos días no dijeron nada a nadie de lo que habían visto.