Entonces su espíritu volvió, y se levantó luego; y él mandó que le diesen de comer.
Mas él les mandó mucho que nadie lo supiese, y dijo que le diesen de comer.
Y él, echados todos fuera, tomándola de la mano, clamó, diciendo: Muchacha, levántate.
Y sus padres estaban fuera de sí; a los cuales él mandó, que a nadie dijesen lo que había sido hecho.
Entonces el que había estado muerto, salió, atadas las manos y los pies con vendas; y su rostro estaba envuelto en un sudario. Les dice Jesús: Desatadle, y dejadle ir.