Y todos le daban testimonio, y estaban maravillados de las palabras de gracia que salían de su boca, y decían: ¿No es éste el hijo de José?
Te has hermoseado más que los hijos de los hombres; la gracia se derramó en tus labios; por tanto Dios te ha bendecido para siempre.
Y con tu hermosura sé prosperado; cabalga sobre palabra de verdad, y de humildad, y de justicia; y tu diestra te enseñará cosas terribles.
Los labios del justo conocerán la voluntad de Dios ; mas la boca de los impíos habla perversidades.
El sabio de corazón es llamado entendido; y la dulzura de labios aumentará la doctrina.
Manzana de oro con figuras de plata es la palabra dicha como conviene.
Las palabras de la boca del sabio son gracia; mas los labios del loco lo echan a perder.
Su paladar, dulcísimo: y todo él codiciable. Tal es mi amado, tal es mi compañero, oh doncellas de Jerusalén.
El Señor DIOS me dio lengua de sabios, para saber dar en su sazón palabra al cansado: despertará de mañana, de mañana me despertará mi oído, para que oiga, como los sabios.
Y todos los que le oían, estaban fuera de sí de su entendimiento y de sus respuestas.
Y cuando le vieron, se sorprendieron; y le dijo su madre: Hijo, ¿por qué nos has hecho así? He aquí, tu padre y yo te hemos buscado con dolor.
porque yo os daré boca y sabiduría, a la cual no podrán resistir ni contradecir todos los que se os opondrán.
Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura en vuestros oídos.
Felipe halló a Natanael, y le dice: Hemos hallado a aquel de quien escribió Moisés en la ley, y los profetas: a Jesús, el hijo de José, de Nazaret.
Y decían: ¿No es éste Jesús, el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos? ¿Cómo, pues, dice éste: Del cielo he descendido?
Los servidores respondieron: Nunca ha hablado nadie así como este hombre.
Mas no podían resistir a la sabiduría y al Espíritu que hablaba.
palabra sana, e irreprensible; que el adversario se avergüence, no teniendo ninguno mal que decir de vosotros.