Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, dió el espíritu.
En tu mano encomendaré mi espíritu; tú me redimirás, oh SEÑOR, Dios de verdad.
y el polvo se torne a la tierra, como era antes , y el espíritu se vuelva a Dios que lo dio.
Cuando Jesús tomó el vinagre, dijo: Consumado es. Y habiendo inclinado la cabeza, dio el Espíritu.
Y apedrearon a Esteban, invocando él y diciendo: Señor Jesus, recibe mi espíritu.
El cual en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído por su temor reverente.
quien cuando le maldecían no retornaba maldición, y cuando padecía, no amenazaba, sino remitía la causa al que juzga justamente;