Y si dijéremos, de los hombres, todo el pueblo nos apedreará; porque están ciertos que Juan era profeta.
Mas ¿qué salisteis a ver? ¿Profeta? También os digo, y más que profeta.
Y quería matarle, mas temía al pueblo; porque le tenían por profeta.
Y si decimos, de los hombres, tememos al pueblo; porque todos tienen a Juan por profeta.
Y buscando cómo echarle mano, temieron al pueblo; porque le tenían por profeta.
Y decían: No en el día de fiesta, para que no se haga alboroto en el pueblo.
Y procuraban prenderle, mas temían a la multitud; porque entendían que decía contra ellos aquella parábola; y dejándole, se fueron.
Y tú, niño: profeta del Altísimo serás llamado; porque irás delante de la faz del Señor, para aparejar sus caminos;
Mas ellos pensaban dentro de sí, diciendo: Si dijéremos, del cielo, dirá: ¿Por qué, pues, no le creisteis?
Y respondieron que no sabían de dónde.
Mas los fariseos y los sabios de la ley, desecharon el consejo de Dios contra sí mismos, no siendo bautizados de él.
Y muchos venían a él, y decían que Juan, a la verdad, ninguna señal hizo; mas todo lo que Juan dijo de éste, era verdad.
Entonces fue el capitán con los alguaciles, y los trajo sin violencia; porque temían del pueblo ser apedreados.