Entonces él descendió aprisa, y le recibió gozoso.
Saliste al encuentro al que con alegría obró justicia. En tus caminos se acordaban de ti. He aquí, tú te enojaste porque pecamos; tus caminos son eternos y nosotros seremos salvos.
Y como vino a aquel lugar Jesús, mirando, le vio, y le dijo: Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose en tu casa.
Y viendo esto, todos murmuraban, diciendo que había entrado a posar con un hombre pecador.
Y vinieron aprisa, y hallaron a María, y a José, y al niño acostado en el pesebre.
E hizo Leví gran banquete en su casa; y había mucha compañía de publicanos y de otros, los cuales estaban a la mesa con ellos.
Y cuando fue bautizada, con su casa, nos rogó, diciendo: Si habéis juzgado que yo sea fiel al Señor, entrad en mi casa, y posad; y nos constriñó.
Y llevándolos a su casa, les puso la mesa; y se gozó de que con toda su casa había creído a Dios.
Así que, los que recibieron su palabra, fueron bautizados; y fueron añadidas a ellos aquel día como tres mil personas.