diciendo: Había un juez en una ciudad, el cual ni temía a Dios, ni respetaba a hombre.
Conoce el justo el derecho de los pobres; mas el impío no entiende sabiduría.
Las calzadas serán deshechas; cesaron los caminantes; anuló la alianza, aborreció las ciudades, tuvo en nada los hombres.
Había también en aquella ciudad una viuda, la cual venía a él diciendo: Defiéndeme de mi adversario.
Pero él no quiso por algún tiempo; pero después de esto dijo dentro de sí: Aunque ni temo a Dios, ni tengo respeto a hombre,
Entonces el señor de la viña dijo: ¿Qué haré? Enviaré mi hijo amado; quizás cuando a éste vieren, tendrán respeto.
Además, tuvimos por castigadores a los padres de nuestra carne, y los reverenciábamos: ¿por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos?