Tomará luego de la sangre del novillo, y rociará con su dedo hacia la cubierta hacia el oriente; hacia la cubierta esparcirá de aquella sangre siete veces con su dedo.
Porque si la sangre de los toros y de los machos cabríos, y la ceniza esparcida de una becerra, santifica a los inmundos para purificación de la carne,