Sino este pueblo que no sabe la ley, malditos son.
Por tanto, varones burladores, que estáis enseñoreados sobre este pueblo, que está en Jerusalén, oíd la palabra del SEÑOR.
¡Ay de los sabios en sus propios ojos, y de los que son prudentes delante de sí mismos!
que dicen: Estate en tu lugar, no te llegues a mí, que soy más santo que tú. Estos son humo en mi furor, fuego que arde todo el día.
¿Ha creído en él alguno de los príncipes, o de los fariseos?
Les dice Nicodemo (el que vino a él de noche, el cual era uno de ellos):
Respondieron, y le dijeron: En pecados eres nacido del todo, ¿y tú nos enseñas? Y le echaron fuera.
Y oyeron esto algunos de los fariseos que estaban con él, y le dijeron: ¿Somos nosotros también ciegos?