Mas Jesús clamó y dijo: El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me envió;
La sabiduría clama de fuera; en las plazas da su voz;
¿No clama la sabiduría, y da su voz la inteligencia?
El que os recibe a vosotros, a mí me recibe; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió.
Y Jesús le dijo: Si puedes creer esto, al que cree todo es posible.
El que recibiere en mi nombre uno de los tales niños, a mí me recibe; y el que a mí me recibe, no me recibe a mí, sino al que me envió.
Y habiendo dicho estas cosas, clamó a gran voz: Lázaro, ven fuera.
De cierto, de cierto os digo: El que recibe al que yo enviare, a mí recibe; y el que a mí me recibe, recibe al que me envió.
De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a juicio, mas pasó de muerte a vida.
Entonces clamaba Jesús en el Templo, enseñando y diciendo: Y a mí me conocéis, y sabéis de dónde soy; pero no he venido de mí mismo; mas el que me envió es verdadero, al cual vosotros no ignoráis.
que por él creéis a Dios, el cual le resucitó de los muertos, y le ha dado gloria, para que vuestra fe y esperanza sea en Dios.