Ella, cuando lo oyó, se levantó prestamente y vino a él.
Mi corazón me ha dicho de ti: Buscad mi rostro. Tu rostro buscaré, oh SEÑOR.
El hombre se alegra con la respuesta de su boca; y la palabra a su tiempo, ¡cuán buena es!
Hierro con hierro se aguza; y el hombre le da ánimo a su amigo.
Y dicho esto, se fue, y llamó en secreto a María su hermana, diciendo: El Maestro está aquí y te llama.
(Que aún no había llegado Jesús a la aldea, mas estaba en aquel lugar donde Marta le había salido a recibir.)