Y ella lo asió por su ropa, diciendo: Duerme conmigo. Entonces él dejó su ropa en manos de ella, y huyó, y se salió fuera.
Y fue que hablando ella a José cada día, y no escuchándola él para acostarse al lado de ella, para estar con ella.
Aconteció que entró él un día en casa para hacer su oficio, y no había nadie de los de casa allí en casa.
Y acaeció que cuando vio ella que le había dejado su ropa en sus manos, y había huido fuera,
Y él no quiso, y dijo a la mujer de su señor: He aquí que mi señor no sabe conmigo lo que hay en casa, y ha puesto en mi mano todo lo que tiene.
Y cuando ella se las puso delante para que comiese, él trabó de ella, diciéndole: Ven, hermana mía acuéstate conmigo.
hijo mío, no andes en camino con ellos; aparta tu pie de sus veredas;
Aleja de ella tu camino, y no te acerques a la puerta de su casa;
Escápate como la gacela de la mano del cazador , y como el ave de la mano del parancero.
y he hallado más amarga que la muerte a la mujer cuyo corazón es redes y lazos; y sus manos ligaduras. El que agrada a Dios escapará de ella; mas el pecador quedará preso en ella.
No erréis; los malos compañeros corrompen el buen carácter.
Huye también de los deseos juveniles; y sigue la justicia, la fe, la caridad, la paz, con los que invocan al Señor de limpio corazón.
Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma,
Y volviéndose Samuel para irse, él echó mano del canto de su capa, y se desgarró.