Y le dijo el ángel del SEÑOR: Vuélvete a tu señora, y humíllate bajo su mano.
Le dijo también el ángel del SEÑOR: Multiplicaré tanto tu simiente, que no será contada por la multitud.
Y respondió Abram a Sarai: He ahí tu sierva en tu mano, haz con ella lo que bien te pareciere. Entonces Sarai la afligió, y ella huyó de su presencia.
Y le dijo: Agar, sierva de Sarai, ¿de dónde vienes tú, y a dónde vas? Y ella respondió: Huyo de delante de Sarai, mi señora.
Si el espíritu del señor se exaltare contra ti, no dejes tu lugar; porque la mansedumbre hará reposar grandes pecados.
sujetados los unos a los otros en el temor de Dios.
Exhorta a los siervos a que sean sujetos a sus señores, que agraden en todo, no respondones;