Cuando entraren en el tabernáculo del testimonio, se han de lavar con agua, para que no mueran; y cuando se llegaren al altar para ministrar, para encender al SEÑOR la ofrenda que se ha de consumir al fuego,
no por obras de justicia que nosotros habíamos hecho, sino por su misericordia, nos salvó por el lavamiento de la regeneración, y de la renovación del Espíritu Santo;