El que hiriere a alguno, haciéndole así morir, él morirá.
Porque ciertamente vuestra sangre que es vuestra alma, yo la demandaré; de mano de todo animal la demandaré, y de mano del hombre; de mano del varón su hermano demandaré el alma del hombre.
El que derramare sangre de hombre en el hombre, su sangre será derramada; porque a imagen de Dios es hecho el hombre.
Entonces dijo David a Natán: Pequé contra el SEÑOR. Y Natán dijo a David: También el SEÑOR ha remitido tu pecado; no morirás.
No matarás.
Y si ninguna de estas tres cosas hiciere, ella saldrá de gracia sin dinero.
Asimismo el hombre que hiere de muerte a cualquiera persona, que sufra la muerte.
Entonces Jesús le dice: Vuelve tu espada a su lugar; porque todos los que tomaren espada, a espada perecerán.
Maldito el que hiriere a su prójimo ocultamente. Y dirá todo el pueblo: Amén.