sobre todo, tomando el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno.
Después de estas cosas vino la palabra del SEÑOR a Abram en visión, diciendo: No temas, Abram; yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande.
Tú me diste asimismo el escudo de tu salud, y tu mansedumbre me ha multiplicado.
Agudas saetas de valiente, con brasas de enebro.
Asimismo ha aparejado para él armas de muerte; ha labrado sus saetas para los que persiguen.
Torre fuerte es el nombre del SEÑOR; a él correrá el justo, y será levantado.
Mas sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto, de mal procede.
No que nos enseñoreemos de vuestra fe, aunque somos ayudadores de vuestro gozo; porque por la fe estáis en pie.
No apaguéis el Espíritu.
Mas nosotros, que somos hijos del día, estemos sobrios, vestidos de cota de fe y de caridad, y la esperanza de la salud por yelmo.