Mejor es oír la reprensión del sabio, que la canción de los locos.
Que me hiera el justo con misericordia, y que me reprenda; y halago de príncipe inicuo no unte mi cabeza; porque aun mi oración será contra sus males.
Hablaban contra mí los que se sentaban a la puerta, y me zaherían en las canciones de los bebedores de sidra.
El que menosprecia la palabra, perecerá por ello; mas el que teme el mandamiento, será recompensado.
Pobreza y vergüenza tendrá el que menosprecia el castigo; mas el que guarda la corrección, será honrado.
Aprovecha la reprensión en el entendido, más que cien azotes en el loco.
Como zarcillo de oro y joyel de oro fino, es el que reprende al sabio que tiene oído dócil.
Fieles son las heridas del que ama; pero importunos los besos del que aborrece.
Porque el mandamiento es candela, y la enseñanza luz; y camino de vida las reprensiones del castigo;
No castigues al burlador, para que no te aborrezca; castiga al sabio, y te amará.
Las palabras de los sabios son como aguijones; y como clavos hincados, las de los maestros de las congregaciones, puestas por debajo de un Pastor.
El corazón de los sabios está en la casa del luto; mas el corazón de los locos, en la casa del placer.
Las palabras del sabio con reposo son oídas, más que el clamor del señor entre los locos.
Yo reprendo y castigo a todos los que amo: sé pues celoso, y enmiéndate.