Y alabé yo a los finados que ya murieron, más que a los vivientes que hasta ahora están vivos.
Aborrecí por tanto la vida, porque toda obra que se hace debajo del sol me era fastidiosa; por cuanto todo era vanidad y aflicción de espíritu.
Mejor es el buen nombre que el buen ungüento; y el día de la muerte que el día del nacimiento.
No lloréis al muerto, ni tengáis compasión de él; llorad amargamente por el que se va; porque no volverá jamás, ni verá la tierra donde nació.