Pero levántate y ponte en pie; porque para esto me he aparecido a ti, para constituirte en servidor y testigo de lo que acabas de ver y de lo que aún te mostraré.
Pues os dimos a conocer el poder y la parus a de nuestro Se or Jesucristo, no siguiendo sutiles mitos, sino en cuanto testigos oculares de su grandeza.
¿cómo podremos nosotros escapar, si descuidamos una salvación tan grande? Esta salvación fue inaugurada por la predicación del Se or. Los que la escucharon nos la confirmaron a nosotros
A estos mismos se mostró después de su pasión, les dio numerosas pruebas de que estaba vivo, permitió que por espacio de cuarenta d as le vieran, y les habló del reino de Dios.
As, pues, a los presb teros que están entre vosotros los exhorto yo, presb tero como ellos, con ellos testigo de los padecimientos de Cristo y con ellos participante de la gloria que se ha de revelar:
sino que recibiréis la fuerza del Esp ritu Santo que vendrá sobre vosotros y seréis testigos m os en Jerusalén y en toda Judea y Samar a y hasta los confines de la tierra'.
la de ser un ministro de Cristo Jesús con respecto a los gentiles, ejerciendo una función sacra en servicio del evangelio de Dios, de modo que los gentiles sean ofrenda aceptable, consagrada por el Esp ritu Santo.
Os he dicho esto para que, cuando llegue esa hora, recordéis que ya os lo hab a dicho. No os lo dije desde el principio porque entonces estaba con vosotros.'
Éstos eran de mejor condición que los de Tesalónica y recibieron con toda avidez la palabra, compulsando d a tras d a las Escrituras, para ver si era as.