Teniendo, pues, la posesión de tales promesas, purifiquémonos de todo lo que pueda manchar la carne o el esp ritu y completemos nuestra santificación en el temor de Dios.
pues todo se reduce a alimentos, bebidas y diversas abluciones, o sea, a observancias extr nsecas, vigentes hasta el tiempo de la institución correcta.
Que Él, Dios de la paz os santifique totalmente; y que todo vuestro ser, el esp ritu, el alma y el cuerpo, se mantenga irreprochable para la parus a de nuestro Se or Jesucristo.
En aquellos d as y en aquel tiempo - oráculo de Yahveh -, se buscará la culpa de Israel y no la habrá, y los pecados de Judá y no se hallarán, porque perdonaré al resto que yo deje.