El que ni siquiera escatimó darnos a su propio Hijo, sino que por todos nosotros lo entregó, ¿cómo no nos dará gratuitamente también todas las cosas con él?
Y aun esto ha parecido demasiado poco a tus ojos, Se or Yahveh, que hablas de la casa de tu siervo para tiempos lejanos. Por esta ley se rige el hombre, mi Se or Yahveh
Yo hab a pensado: Te pondré entre los hijos y te daré un pa s delicioso, la herencia más preciosa de las naciones. Y me dec a: me llamarás 'Padre m o', y de mi seguimiento no te apartarás.
Queridos m os, ahora somos hijos de Dios, aunque todav a no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal como es.
En esto culmina el amor entre nosotros: en que tengamos plena confianza en el d a del juicio; porque tal como es él, somos también nosotros en este mundo.