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2 Reyes 11:16 - Biblia Traducción en Lenguaje Actual

16 Así que la tomaron presa, la sacaron por la puerta del establo, la llevaron al palacio y allí la mataron.

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Mabaibulo enanso

Biblia Reina Valera 1960

16 Le abrieron, pues, paso; y en el camino por donde entran los de a caballo a la casa del rey, allí la mataron.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

16 Por eso la agarraron y la llevaron a la puerta por donde los caballos entraban al predio del palacio, y allí la mataron.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

16 La apresaron y la llevaron por el camino que conduce a la Entrada de los Caballos hasta el palacio real; allí le dieron muerte.

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La Biblia Textual 3a Edicion

16 Le dieron pues paso, y ella salió al camino por donde entran los caballos a la casa del rey, y allí fue ejecutada.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

16 La empujaron con las manos, y cuando ella llegó al palacio real por el camino de la Puerta de los caballos, allí la mataron.

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2 Reyes 11:16
10 Mawu Ofanana  

Porque Dios no tendrá compasión de quienes no se compadecieron de otros. Pero los que tuvieron compasión de otros, saldrán bien del juicio.


Si son muy duros para juzgar a otras personas, Dios será igualmente duro con ustedes. Él los tratará como ustedes traten a los demás.


Así que luego de tomarla presa, la sacaron por el portón del establo, la llevaron al palacio y allí la mataron.


Entonces Adonisédec dijo: «Dios ha hecho conmigo lo mismo que yo hice con setenta reyes: les corté los pulgares y los dedos gordos, y andaban bajo mi mesa recogiendo las sobras». Después, Adonisédec fue llevado a Jerusalén, y allí murió.


»El que mate a otra persona lo pagará con su vida. »El que mate un animal lo pagará con otro animal. »El que lastime a su prójimo, sufrirá en carne propia el daño que haya causado: ojo por ojo, diente por diente, fractura por fractura.


El sacerdote Joiadá les ordenó a los capitanes del ejército: «¡No la maten en el templo, mátenla afuera, y también a cualquiera que la defienda!»


Algunos sacerdotes repararon el muro frente a sus casas, desde la entrada de los Caballos.


Y serán dedicados a mí el valle donde se arrojan los cadáveres y las cenizas, y también los campos que llegan hasta el arroyo de Cedrón y hasta la entrada de los Caballos, en la esquina del este. ¡Nunca más la ciudad de Jerusalén volverá a ser arrancada ni destruida!»


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