Jesús es vida.
Cristo es la Vida. La muerte no lo pudo sujetar ni tampoco podrá sujetar a todo aquel que permanezca en Él. Sólo Dios posee la vida y la inmortalidad (1 Timoteo 6:16). El Señor Jesús puede dar la vida porque él es Dios y posee la vida en sí mismo. La muerte debe huir ante él, porque la venció en la cruz. Allá soportó el juicio que merecían nuestros pecados, para que la justicia de Dios fuera satisfecha. Él entró voluntariamente en la muerte y salió vivo de ella como hombre resucitado. Desde entonces comunica esta vida a los que le reciben por la fe; vida eterna de naturaleza divina (2 Pedro 1:4); vida que nos coloca ante Dios, como hijos amados por su Padre.
Juan 11:25.
El que vive (Apocalipsis 1:18).