Jesús es nuestra paz.
Jesús es nuestra paz. Con su muerte en la cruz, Él puso fin al conflicto que había entre Dios y los hombres, y también nos llenó de su paz porque su Espíritu derramó amor en nuestro corazones. En un mundo lleno de guerras y violencia, es difícil ver cómo Jesús podía ser el Dios omnipotente que actúa en la historia humana y ser la encarnación de la paz. Pero la seguridad física y la armonía política no necesariamente reflejan el tipo de paz de la cual Él está hablando (Juan 14:27). La palabra hebrea shalom quiere decir "paz", y a menudo es usada en referencia a un aspecto de la calma y la tranquilidad de las personas, grupos y naciones. La palabra griega eirene significa "unidad y acuerdo"; Pablo usa eirene para describir el objetivo de la iglesia del Nuevo Testamento. Pero el significado más profundo y más fundamental de la paz, es "la armonía espiritual producida por una restauración de una persona con Dios". En nuestro estado pecaminoso, somos enemigos de Dios (Romanos 5:10). "Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros" (Romanos 5:8). Por causa del sacrificio de Cristo, somos restaurados a una relación de paz con Dios (Romanos 5:1). Esta es la paz profunda y duradera, entre nuestros corazones y nuestro Creador, que no puede ser quitada (Juan 10:27-28) y el último cumplimiento de la obra de Cristo como "príncipe de paz". Sin embargo, el sacrificio de Cristo proporciona más para nosotros que simplemente la paz eterna; también nos permite tener una relación con el Espíritu Santo, el ayudador que promete guiarnos (Juan 16:7, 13). Además, el Espíritu Santo se manifestará en nosotros haciéndonos vivir en formas que no podríamos vivir por nuestra propia cuenta, incluyendo el llenar nuestras vidas con amor, gozo y paz (Gálatas 5:22-23). Este amor, gozo y paz, son todos los resultados de la obra del Espíritu Santo en la vida de un creyente.
Isaías 9:6.
Paz (Efesios 2:14) Rey de Salem (Hebreos 7:1-2).