Jesús es eterno.
Cristo no tuvo principio y no tendrá fin. Él es el origen del tiempo, del espacio y de toda la creación. Así como Dios el Padre es eterno, así también lo es Cristo. Isaías lo llama Padre, porque en un sentido especial es Padre de toda la humanidad, pues es el Creador del hombre y del mundo. Él que nos engendró y que nos da vida espiritual, Él que nos guía, nos guarda, nos enseña y nos ama como un padre terrenal lo debe hacer. Solo que Él lo hace perfectamente y eternamente. Nunca se equivoca, nunca nos abandona. “Soy a Israel por padre”, dice de Sí mismo en el libro del profeta Jeremías. “Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia.”
Isaías 9:6; Juan 1:1-3.
Principio de la creación de Dios (Apocalipsis 3:14).