Jesús nos guía y nos cuida.
Jesús es el esposo y su iglesia es la esposa. Él es la cabeza de la iglesia; la ama y la cuida. Dio su vida por la Iglesia. Cristo se negó a sí mismo, dice la Escritura que llegado el momento afirmó su rostro para ir a Jerusalén, sabiendo lo que iba a padecer. Sufrió la cruz. Sufrió la ira de Dios sobre Él, la separación del Padre. ¿Cómo no vamos a amar a un Salvador así? Entregó su vida por mí, me amó, me buscó y me salvó.
Mateo 9:15; Juan 3:29; Apocalipsis 21:9.
Cabeza de la iglesia (Efesios 5:23) Cabeza del cuerpo (Efesios 4:15-16).