Dios de mi alabanza.
Dios es supremamente merecedor de nuestra alabanza. El desea ser el principal objeto de nuestras alabanzas así como de lo que hablamos y pensamos.
Salmo 109:1.
La alabanza y la adoración es algo que Dios demanda y espera de parte de cada uno de sus hijos, pues fuimos concebidos y creados para adorarle. Además, no solo Dios espera alabanza de sus hijos, sino también de toda persona. Rendirle adoración al Señor es el ideal para el hombre; aunque en realidad, el ser humano no lo cumpla a cabalidad. En la palabra de Dios se nos exhorta repetidas veces a rendirle honor a Dios por medio de nuestra alabanza y adoración. Pero en muchos otros pasajes no solo se nos exhorta a hacerlo, sino que se nos presenta también como un mandato, como una orden; como algo que tenemos que hacer. Así, la alabanza a Dios no es una opción; es un mandato divino.