El Dios que le dio vida.
Dios le hizo a usted con un propósito, y Él va a cuidarle.
Isaías 43:1-3; Salmos 139:13-18.
Aun cuando el pecado manchó la creación original de Dios, Él no dijo: "¡Yo he terminado con este asunto!" No. Dios lo hizo y Dios permaneció con él. ¿No es eso un arreglo maravilloso? El favor y la buena voluntad de Dios hacia su pueblo hablan abundante consuelo a todos los creyentes. La nueva criatura, doquiera esté, es hechura de Dios. A todos los redimidos con la sangre de su Hijo, los ha apartado para sí. Los que tienen a Dios para sí, no tienen que temer quién o qué pueda estar contra ellos. Los creyentes verdaderos son preciosos a los ojos de Dios; su complacencia está en ellos por sobre cualquier persona.
Jesús es nuestro abogado defensor.
Cristo es nuestro consejero admirable ante Dios. Él es nuestro mediador e intercesor que nos calma, nos consuela y nos aconseja. Como nuestro abogado ante Dios, Él nos defiende ante el tribunal de la justicia de Dios y se ofrece a sí mismo como pago de nuestras transgresiones. Cristo mismo es por lo tanto identificado como aquella “maravilla” (admirable) porque podríamos decir que Cristo es “la maravilla de Dios en persona” – “el hombre maravilla”. No solamente es Cristo la más grande “maravilla de Dios” sino que es Él mismo quien ha hecho y haría “maravillas” en el pueblo. Consejero es alguien que guía a otros por medio de la palabra ya sea de amonestación, o de exhortación. Cristo dijo de sí mismo: “mis palabras son Espíritu y son Vida”. Y también dijo “el que oye mis palabras y las guarda le compararé a un hombre sabio que fundó su casa sobre la roca” (Mateo 7). Así que porque no pensar en Cristo como ese “Maravilloso Consejero” que tal cual lo declaró el Apóstol Pedro dijo “solamente tú tienes palabras de vida eterna”.
Isaías 9:6.
Abogado (1 Juan 2:1), Consolador (Juan 14:16), consolación de Israel (Lucas 2:25), intercesor; mediador (1 Timoteo 2:5).
En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios (Juan 1:1).