Jeremías respondió: «Dios de Israel, nos has herido tanto que ya no podremos recuperarnos. Has rechazado por completo a Judá, y ya no quieres a Jerusalén. Esperábamos pasarla bien, y la estamos pasando mal. Esperábamos vivir en paz, pero vivimos llenos de miedo. Reconocemos nuestra maldad, y los pecados de nuestros padres; ¡hemos pecado contra ti!
Si la gente se alborota, es porque sonó la alarma; y si la gente se espanta, es porque algo malo sucede. Y si algo malo sucede, es porque Dios lo causó.