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Isaías 21:9 - Biblia Traducción en Lenguaje Actual

9 ¡Veo venir carros de guerra y hombres montados a caballo!» Entonces alguien gritó: «¡Babilonia ha sido destruida! Todas las estatuas de sus dioses están hechas pedazos, tendidas por el suelo».

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Biblia Reina Valera 1960

9 y he aquí vienen hombres montados, jinetes de dos en dos. Después habló y dijo: Cayó, cayó Babilonia; y todos los ídolos de sus dioses quebrantó en tierra.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

9 Y ahora, por fin, ¡mire! ¡Ahí viene un hombre en un carro de guerra con un par de caballos!». Entonces el centinela dijo: «¡Ha caído Babilonia, ha caído! ¡Todos los ídolos de Babilonia yacen en el suelo, hechos pedazos!».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

9 Pues bien, veo acercarse la caballería y a los jinetes, formados de dos en dos. Entonces me han hablado y me han dicho: 'Cayó, cayó Babilonia y todas las estatuas de sus dioses han rodado por el suelo hechas pedazos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

9 ¡He aquí, vienen montados parejas de jinetes! Después habló y dijo: ¡Ha caído, ha caído Babilonia,° Y todos los ídolos de sus dioses se han hecho pedazos° por tierra!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

9 Mirad que ya llegan hombres a caballo, parejas de jinetes'. Respondió y dijo: 'Cayó, cayó Babilonia, todas las estatuas de sus dioses yacen por tierra en pedazos'.

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Isaías 21:9
22 ပူးပေါင်းရင်းမြစ်များ  

Gritaba con fuerte voz: «¡Por fin cayó la gran Babilonia! Ahora es casa de demonios, escondite de malos espíritus, nido de todas las aves y cueva de todas las fieras que odiamos y no debemos comer.


Lo seguía otro ángel que decía: «¡Ya cayó la gran Babilonia! Ya ha sido destruida la ciudad que enseñó a todos los países a pecar y a obedecer a dioses falsos.»


Pero, cuando menos lo esperaba, fue derrotada y quedó destruida. ¡Lloren por ella! ¡Busquen algún remedio para su pena, a ver si recobra la salud!


»Bel es el dios de Babilonia, pero yo lo voy a castigar: ¡haré que vomite lo que se comió! Las naciones ya no vendrán a adorarlo, y los muros de Babilonia serán derribados.


”Ahora escúchame bien, Babilonia: tú eres una ciudad bella y poderosa, ¡eres el orgullo de tu pueblo! Pero yo soy el Dios todopoderoso, y te voy a destruir como destruí a las ciudades de Sodoma y Gomorra.


Entonces un poderoso ángel tomó una roca, grande como piedra de molino, y la arrojó al mar diciendo: «Babilonia, gran ciudad poderosa, ¡así serás destruida, y nunca más volverán a verte!


Luego dirás: “Así como este rollo de cuero se hundió en el río, también Babilonia se hundirá, y nunca más volverá a levantarse. Todos los que viven en Babilonia morirán. Esta ciudad nunca podrá recuperarse del castigo que Dios le va a mandar”». Aquí termina todo lo que yo, Jeremías, dije y escribí.


Pero en un día ya muy cercano castigaré a los dioses de Babilonia; ¡por todo ese país habrá gritos de dolor!


»Viene el día en que castigaré a los dioses de Babilonia. Todo el país quedará humillado, y por todas partes habrá cadáveres.


Dios también me dijo: «¡Que agiten las naciones su bandera contra la tierra de Babilonia! ¡Que suene el toque de trompeta, y que ataquen a Babilonia los reinos de Ararat, Miní y Askenaz! ¡Que nombren a un general, y que ataque la caballería!


Son gente cruel y sanguinaria, armada con arcos y lanzas; vienen a todo galope y dispuestos a atacarte, bella ciudad de Babilonia. El estruendo de sus gritos resuena como las olas del mar.


»Tantos ídolos hay en Babilonia que la gente ha perdido la razón.


»¡Que vengan los guerreros, y ataquen a Babilonia! ¡Que la rodeen para que nadie se escape! Babilonia se rebeló contra mí. Por eso, ¡denle su merecido! ¡Trátenla como ella trató a otros! Yo soy el Dios de Israel, yo soy un Dios diferente.


Yo enviaré contra Babilonia grandes naciones del norte que la atacarán, la conquistarán y se quedarán con todas sus riquezas. Sus soldados son de lo mejor; ¡sus flechas siempre dan en el blanco!


Entonces nos burlaremos del rey de Babilonia y le cantaremos este poema: «¡Qué mal que te fue, tirano! ¡Mira en qué terminó tu orgullo!


Si ve hombres montados a caballo, en burros o en camellos, y marchando en dos columnas, que dé la voz de alarma».


»¡Siéntate en silencio, ciudad de Babilonia! Siéntate en un rincón oscuro, porque no volverán a llamarte “Reina de las naciones”.


»Pero de repente, en un majestuoso día, te sucederán dos desgracias, y de nada te servirán tus brujerías y tu magia: te quedarás viuda y perderás todos tus hijos.


Por lo tanto, israelitas, reúnanse ahora todos ustedes, y escúchenme: »Yo elegí a Ciro, el rey de Persia, y él hará con Babilonia todo lo que he decidido. Nadie antes anunció todo esto de antemano.


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