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အွန်လိုင်း သမ္မာကျမ်းစာ

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2 Crónicas 14:11 - Biblia Traducción en Lenguaje Actual

11 11 (10) Luego oró a Dios, diciendo: «Dios nuestro, nos hemos atrevido a pelear contra este ejército tan grande, porque confiamos en ti y queremos honrarte. No hay nadie como tú para ayudar al débil y liberarlo del poderoso. Por eso te rogamos que nos ayudes. ¡Tú eres nuestro Dios! ¡Sabemos que nadie te puede vencer!»

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နောက်ထပ်ဗားရှင်းများ

Biblia Reina Valera 1960

11 Y clamó Asa a Jehová su Dios, y dijo: ¡Oh Jehová, para ti no hay diferencia alguna en dar ayuda al poderoso o al que no tiene fuerzas! Ayúdanos, oh Jehová Dios nuestro, porque en ti nos apoyamos, y en tu nombre venimos contra este ejército. Oh Jehová, tú eres nuestro Dios; no prevalezca contra ti el hombre.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

11 Entonces Asa clamó al Señor su Dios: «¡Oh Señor, nadie sino tú puede ayudar al débil contra el poderoso! Ayúdanos, oh Señor nuestro Dios, porque solo en ti confiamos. Es en tu nombre que hemos salido contra esta inmensa multitud. ¡Oh Señor, tú eres nuestro Dios; no dejes que simples hombres prevalezcan contra ti!».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

11 Yavé derrotó a los etíopes ante Asá y los hombres de Judá; y los etíopes se pusieron en fuga.

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La Biblia Textual 3a Edicion

11 Y Asa invocó a YHVH su Dios, y dijo: ¡Oh YHVH, no hay otro como Tú para ayudar, tanto al poderoso como al que no tiene fuerza! ¡Ayúdanos, oh YHVH Dios nuestro, porque en ti nos apoyamos, y en tu Nombre hemos venido contra esta multitud! Oh YHVH, Tú eres nuestro Dios, ¡no prevalezca contra ti ningún mortal!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

11 Yahveh derrotó a los etíopes ante Asá y ante Judá, y los etíopes emprendieron la huida.

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2 Crónicas 14:11
59 ပူးပေါင်းရင်းမြစ်များ  

Esa gente peleará contra ti, pero te aseguro que no te podrán vencer, porque yo estaré a tu lado para cuidarte».


5 (6) te pidieron ayuda, y los salvaste; en ti confiaron, y no les fallaste.


7 (8) Algunos confían en sus carros de guerra, otros confían en sus caballos, pero nosotros solo confiamos en nuestro Dios.


Solo nos queda decir que, si Dios está de nuestra parte, nadie podrá estar en contra de nosotros.


Pero yo salvaré a todos los que me reconozcan como su Dios.”


Dios es como una alta torre; hacia él corren los buenos para ponerse a salvo.


1 (1b) Dios mío, cuando me siento angustiado, te llamo y tú me respondes.


¡Llámame cuando tengas problemas! Yo vendré a salvarte, y tú me darás alabanza».


Cuando me llame, le responderé y estaré con él en su angustia; lo libraré y lo llenaré de honores,


Pon tu vida en sus manos, confía plenamente en él, y él actuará en tu favor;


El rey de Asiria confía en su ejército; pero nosotros tenemos a Dios de nuestra parte, y él peleará por nosotros». Al oír al rey, el pueblo cobró valor.


»Les doy la paz, mi propia paz, que no es como la paz que se desea en este mundo. No se preocupen ni tengan miedo por lo que pronto va a pasar.


6 (7) Lleno de angustia llamé a mi Dios, y él me escuchó desde su templo, ¡mi oración llegó hasta sus oídos!


19-20 (20-21) ¡Vamos, mi Dios! ¡Llama a cuentas a las naciones! ¡Hazlos que sientan miedo! ¡No permitas que te desafíen! ¡Que sepan esos paganos que no son más que polvo!


Poco después, Jesús les dijo a sus discípulos: —No se preocupen. Confíen en Dios y confíen también en mí.


8-9 (12-13) El Dios todopoderoso me envió a acusar a las naciones que le robaron todo a Jerusalén. Así dice nuestro Dios: «Yo castigaré a todas las naciones que le han hecho daño a mi pueblo. Quien le hace daño a mi pueblo también me lo hace a mí. ¡Yo haré que sus propios esclavos les roben todas sus pertenencias!» Cuando esto suceda, esas naciones sabrán que fue el Dios todopoderoso quien me envió a acusarlas. Él dijo:


»Por eso, ¡dejen de confiar en su propio poder, porque tarde o temprano todos van a morir!»


6 (7) Yo, que nada valgo, llamé a Dios, y él me oyó, y me salvó de todas mis angustias.


Dios le dijo entonces a Gedeón: «Con estos trescientos soldados voy a salvarlos y les daré la victoria sobre los madianitas. Todos los demás, pueden irse a su casa».


»Cuando ya no tengamos fuerzas, nuestro Dios nos defenderá; cuando él nos vea reducidos a nada, tendrá compasión de nosotros


¿Cómo se explican ustedes que un solo israelita hizo huir a mil soldados? ¿Cómo se explican que dos soldados hicieron huir a diez mil? ¡Si yo no cuidara de ustedes ni les hubiera dado la victoria, ustedes no habrían podido vencerlos!”


Saulo cayó al suelo, y una voz le dijo: —¡Saulo, Saulo! ¿Por qué me persigues?


»Nosotros confiamos en el poder de Jesús; y como todos ustedes vieron, esa confianza es la que ha sanado completamente a este hombre.


5 (6) ¡Lanzaremos gritos de alegría cuando Dios te conceda la victoria, y alabando a nuestro Dios haremos ondear las banderas! ¡Que Dios te conceda todo lo que pidas!


Ante esta situación, el rey Ezequías y el profeta Isaías hijo de Amós, clamaron a Dios y le pidieron ayuda.


»Dios nuestro, ¡castígalos! Nosotros no podemos hacerle frente a un ejército tan grande. ¡Ni siquiera sabemos qué hacer! Por eso nos dirigimos a ti en busca de ayuda».


Dios protege a quienes lo obedecen, pero los rebeldes mueren angustiados; ¡de nada les sirve su fuerza!


»Dios nuestro, aunque otros dioses nos han dominado, tú eres nuestro único Dios.


Cuando los capitanes vieron a Josafat dijeron: «Seguramente él es el rey de Israel». Así que lo rodearon para atacarlo, pero Josafat gritó pidiendo ayuda. Y Dios lo ayudó, pues hizo que los capitanes de los carros de combate se dieran cuenta de que no era Ahab, y así dejaran de perseguirlo.


»Yo les advierto que nuestro capitán es Dios, y que sus sacerdotes están listos para tocar sus trompetas y dar la señal de guerra. Ustedes no podrán ganarnos, así que les aconsejo no pelear contra el Dios de sus antepasados».


Pero decidí no hacerlo por causa de mis enemigos; sabía que se burlarían de mí, y hasta pensarían que no fui yo quien castigó a Israel, creerían que ellos lo habían hecho, ¡ellos y su gran poder!


Por eso te llamaré Pedro, que quiere decir “piedra”. Sobre esta piedra construiré mi iglesia, y la muerte no podrá destruirla.


»Todos los que están aquí se darán cuenta de que es Dios quien da la victoria en las batallas. Dios nos dará la victoria sobre ustedes, ¡y así sabrán que para triunfar, Dios no necesita de espadas ni de flechas!


»Si tu pueblo va a la guerra, y allí donde lo envíes ora a ti mirando hacia tu amada ciudad de Jerusalén, y hacia este templo,


10 (9) Sin embargo, Asá decidió enfrentarse a Zérah y a su ejército, y colocó a sus hombres en posición para la batalla en el valle de Sefata, que está muy cerca de Maresá.


Pero en esos días el profeta Hananí fue a hablar con Asá, rey de Judá, y lo reprendió así: «Nuestro Dios vigila todo el mundo, y siempre está dispuesto a ayudar a quienes lo obedecen y confían en él. Acuérdate de que, gracias a tu confianza en Dios, pudiste derrotar a los etíopes y a los libios, a pesar de que ellos tenían un ejército mucho más poderoso que el tuyo. »Sin embargo, ahora pusiste tu confianza en el rey de Siria y no en tu Dios; por eso, nunca podrás vencer al ejército sirio. Fuiste muy tonto, y ahora vivirás en guerra toda tu vida».


Dios es el que concede la victoria o castiga con la derrota; si tú insistes en reforzar tu ejército con la ayuda de ellos, Dios hará que tus enemigos te derroten.


»Cuando llegue ese día, los pocos israelitas que se hayan salvado dejarán de confiar en Asiria; volverán a confiar en Dios, el Dios santo de Israel.


y cuando el ejército de Judá lanzó el grito de guerra, Dios permitió que Abiam y sus hombres derrotaran a Jeroboam. Todo el ejército de Jeroboam salió huyendo de los hombres de Judá, quienes los persiguieron. Los de Judá lograron matar a quinientos mil de los mejores soldados de Jeroboam, y recuperaron las ciudades de Betel, Jesaná y Efraín, junto con las aldeas que las rodeaban. Ese día, el ejército de Judá obtuvo una gran victoria porque confiaron en el Dios de sus antepasados. Por el contrario, los de Jeroboam sufrieron una gran derrota.


Josafat se comportó siempre bien, y obedeció a Dios en todo, así como lo había hecho su padre Asá.


Dios no solo ayudó a Ozías a derrotar a los filisteos; también lo ayudó a vencer a los árabes que vivían en Gur-baal, y también a los meunitas.


8 (9) Esa gente tropezará y caerá, pero nosotros nos levantaremos y seguiremos de pie.


6 (7) En cambio yo, más que hombre parezco un gusano. Soy la burla de hombres y mujeres; todo el mundo me desprecia.


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