Ezequiel 8:16 - La Biblia Textual 3a Edicion16 Y me llevó al atrio interior de la Casa de YHVH, y he aquí, que a la entrada del templo de YHVH, entre el pórtico y el altar, había unos veinticinco varones vueltos de espaldas al templo de YHVH, con sus rostros hacia el oriente, los cuales estaban postrándose hacia el oriente, adorando al sol. em-bólúnotóBiblia Sinyati te nkutuk oo lmaasai naisiraki eng’ejuk enye enyeBiblia Reina Valera 196016 Y me llevó al atrio de adentro de la casa de Jehová; y he aquí junto a la entrada del templo de Jehová, entre la entrada y el altar, como veinticinco varones, sus espaldas vueltas al templo de Jehová y sus rostros hacia el oriente, y adoraban al sol, postrándose hacia el oriente. em-bólúnotóBiblia Nueva Traducción Viviente16 Entonces me llevó al atrio interior del templo del Señor. En la entrada del santuario, entre la antesala y el altar de bronce, había unos veinticinco hombres de espaldas al santuario del Señor. ¡Estaban inclinados hacia el oriente, rindiendo culto al sol! em-bólúnotóBiblia Católica (Latinoamericana)16 Me llevó al patio interior del Templo de Yavé, y a la entrada del Templo de Yavé, entre el vestíbulo y el altar, veo alrededor de veinticinco hombres que daban la espalda al Templo de Yavé. Estaban allí mirando hacia el este y se prosternaban delante del sol. em-bólúnotóBiblia Serafín de Ausejo 197516 Me llevó entonces al atrio interior del templo de Yahveh. Y vi que allí, a la entrada del santuario de Yahveh, entre el vestíbulo y el altar, había unos veinticinco hombres, de espaldas al santuario de Yahveh y de cara al oriente, adorando al Sol en dirección al oriente. em-bólúnotóBiblia Reina Valera Gómez (2023)16 Y me metió en el atrio de adentro de la casa de Jehová: y he aquí junto a la entrada del templo de Jehová, entre la entrada y el altar, como veinticinco varones, sus espaldas vueltas al templo de Jehová y sus rostros hacia el oriente, y adoraban al sol, postrándose hacia el oriente. em-bólúnotó |
Al contrario, cumpliremos resueltamente toda promesa salida de nuestra boca, respecto a quemar incienso en honor de la reina de los cielos, y derramar libaciones a ella, como hemos hecho nosotros y nuestros padres, nuestros reyes y nuestros príncipes en las ciudades de Judá y en las plazas de Jerusalem, con lo cual tuvimos abundancia de pan, y éramos felices, y no veíamos mal alguno.