Juan 20 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)La tumba vacía 1 El primer día de la semana, muy de mañana, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue a la tumba. Al llegar, vio que habían quitado la piedra que cubría la entrada. 2 Así que fue corriendo a ver a Simón Pedro y al otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: ―¡Se han llevado de la tumba al Señor, y no sabemos dónde lo han puesto! 3 Pedro y el otro discípulo se dirigieron entonces a la tumba. 4 Ambos fueron corriendo, pero, como el otro discípulo corría más aprisa que Pedro, llegó primero a la tumba. 5 Inclinándose, se asomó y vio allí las vendas, pero no entró. 6 Tras él llegó Simón Pedro, y entró en la tumba. Vio allí las vendas 7 y el paño que había cubierto la cabeza de Jesús. Pero el paño no estaba con las vendas, sino enrollado en un lugar aparte. 8 En ese momento entró también el otro discípulo, el que había llegado primero a la tumba. Y vio y creyó. 9 Hasta entonces no habían entendido la Escritura, que dice que Jesús tenía que resucitar. Jesús se aparece a María Magdalena 10 Los discípulos regresaron a su casa. 11 Pero María se quedó afuera, llorando junto a la tumba. Mientras lloraba, se inclinó para mirar dentro de la tumba, 12 y vio a dos ángeles vestidos de blanco. Estaban sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y otro a los pies. 13 ―¿Por qué lloras, mujer? —le preguntaron los ángeles. ―Es que se han llevado a mi Señor, y no sé dónde lo han puesto —les respondió. 14 Apenas dijo esto, volvió la mirada y allí vio a Jesús de pie, aunque no sabía que era él. 15 Jesús le dijo: ―¿Por qué lloras, mujer? ¿A quién buscas? Ella, pensando que se trataba del que cuidaba el huerto, le dijo: ―Señor, si usted se lo ha llevado, dígame dónde lo ha puesto, y yo iré por él. 16 ―María —le dijo Jesús. Ella se volvió y dijo: ―¡Raboni! —que en hebreo significa: Maestro. 17 Jesús le dijo: ―No me detengas, porque todavía no he vuelto al Padre. Ve más bien a mis hermanos y diles: “Vuelvo a mi Padre, que es Padre de ustedes; a mi Dios, que es Dios de ustedes”. 18 María Magdalena fue a darles la noticia a los discípulos. «¡He visto al Señor!», decía, y les contaba lo que él le había dicho. Jesús se aparece a sus discípulos 19 Al atardecer de aquel primer día de la semana, los discípulos estaban reunidos a puerta cerrada, pues tenían miedo de los judíos. Jesús entró y, poniéndose en medio de ellos, los saludó: ―¡La paz sea con ustedes! 20 Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Al ver al Señor, los discípulos se alegraron. 21 ―¡La paz sea con ustedes! —repitió Jesús—. Como el Padre me envió a mí, así yo los envío a ustedes. 22 Acto seguido, sopló sobre ellos y les dijo: ―Reciban el Espíritu Santo. 23 A quienes les perdonen sus pecados, les serán perdonados. Y a quienes no se los perdonen, no les serán perdonados. Jesús se aparece a Tomás 24 Tomás, al que apodaban el Gemelo, no estaba con los discípulos cuando llegó Jesús. Él era uno de los doce, 25 así que los otros discípulos le dijeron: ―¡Hemos visto al Señor! Tomás les respondió: ―Si no veo la marca de los clavos en sus manos, meto mi dedo en las marcas y mi mano en su costado, no lo creeré. 26 Una semana más tarde estaban los discípulos de nuevo en la casa, y Tomás estaba con ellos. Aunque las puertas estaban cerradas, Jesús entró y, poniéndose en medio de ellos, los saludó. ―¡La paz sea con ustedes! 27 Luego le dijo a Tomás: ―Pon tu dedo aquí y mira mis manos. Acerca tu mano y métela en mi costado. Y no seas incrédulo, sino hombre de fe. 28 ―¡Señor mío y Dios mío! —dijo Tomás. 29 ―Porque me has visto, has creído —le dijo Jesús—. Dichosos los que no han visto y sin embargo creen. 30 Jesús hizo muchas otras señales milagrosas en presencia de sus discípulos, pero no están registradas en este libro. 31 Pero estas se han escrito para que ustedes crean que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios. Así, al creer en su nombre tienen vida. |
Nueva Versión Internacional Simplificada
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