1 Juan 4 - Biblia Serafín de Ausejo 19751 Queridos míos, no os fiéis de todo espíritu, sino examinad si los espíritus son de Dios, porque han salido al mundo muchos falsos profetas. 2 Conoced en esto el espíritu de Dios: todo espíritu que confiesa que Jesús es Cristo venido en carne, es de Dios. 3 Y todo espíritu que no confiesa a Jesús, no es de Dios, sino que ése es del anticristo, del cual habéis oído decir que viene y ya, al presente, está en el mundo. 4 Vosotros, hijitos, sois de Dios y los habéis vencido. Porque es mayor el que está en vosotros que el que está en el mundo. 5 Ellos son del mundo. Por eso hablan según el mundo, y el mundo les oye. 6 Nosotros somos de Dios. El que conoce a Dios, nos escucha. El que no es de Dios, no nos escucha. De este modo distinguimos al espíritu de la verdad del espíritu del error. 7 Queridos míos, amémonos unos a otros porque el amor es de Dios. Quien ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. 8 El que no ama, es que no ha conocido a Dios; porque Dios es amor. 9 En esto se manifestó el amor de Dios en nosotros: en que Dios envió al mundo a su Hijo, al Unigénito, para que vivamos por él. 10 En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y envió a su Hijo como sacrificio de purificación por nuestros pecados. 11 Queridos míos, si Dios nos ha amado así, también nosotros debemos amarnos unos a otros. 12 A Dios nadie lo ha visto jamás. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros, y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud. 13 En esto conocemos que permanecemos en él y él en nosotros: en que nos ha dado su Espíritu. 14 Y nosotros hemos visto y atestiguamos que el Padre envió a su Hijo como Salvador del mundo. 15 Si uno confiesa que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios. 16 Y nosotros hemos llegado a conocer y a creer en el amor que Dios tiene por nosotros. Dios es amor: y quien permanece en el amor, permanece en Dios, y Dios en él. 17 En esto culmina el amor entre nosotros: en que tengamos plena confianza en el día del juicio; porque tal como es él, somos también nosotros en este mundo. 18 No hay temor en el amor; sino que el amor perfecto echa fuera el temor, porque el temor supone castigo, y el que teme no es perfecto en el amor. 19 Nosotros amamos porque él nos amó primero. 20 Si alguno dice: 'Yo amo a Dios', pero odia a su hermano, es mentiroso; pues quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios, a quien no ve. 21 Y este mandamiento tenemos de él: que quien ama a Dios, ame también a su hermano. |
Copyright © Serafín de Ausejo 1975.