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Juan 6 - Nueva Biblia Española (1975)

1 Algún tiempo después se fue Jesús al otro lado del mar de Galilea (de Tiberíades).

2 Solía seguirlo mucha gente, porque percibían las señales que realizaba con los enfermos.

3 Subió Jesús al monte y se quedó sentado allí con sus discípulos.

4 Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos.

5 Jesús levantó los ojos y, al ver que mucha gente se le acercaba, le dice a Felipe:

6 ¿Con qué podríamos comprar pan para que coman éstos? (Lo decía para ponerlo a prueba, pues él ya sabía lo que iba a hacer).

7 Felipe le contestó: Medio año de jornal no bastaría para que a cada uno le tocase un pedazo.

8 Uno de los discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dice:

9 Hay aquí un chiquillo que tiene cinco panes de cebada y dos peces: pero, ¿qué es eso para tantos?

10 Jesús les dijo: Hagan que esos hombres se recuesten. Había mucha hierba en el lugar. Se recostaron aquellos hombres, adultos, que eran unos cinco mil.

11 Jesús tomó los panes, pronunció la acción de gracias y se puso a repartirlos a los que estaban recostados, y el pescado igual, todo lo que querían.

12 Cuando quedaron satisfechos dice a sus discípulos: Recojan los trozos que han sobrado, que nada se eche a perder.

13 Los recogieron y llenaron doce cestos con trozos de los cinco panes de cebada que habían sobrado a los que habían estado comiendo.

14 Aquellos hombres, al ver la señal que había realizado, decían: Ciertamente éste es el Profeta, el que tenía que venir al mundo.

15 Jesús entonces, dándose cuenta de que iban a ir y a llevárselo por la fuerza para proclamarlo rey, se retiró de nuevo al monte, él solo.

16 Al anochecer bajaron sus discípulos al mar,

17 se montaron en una barca y se dirigieron a Cafarnaún. (Los había cogido la tiniebla y aún no se había reunido con ellos Jesús;

18 además, el mar, por un fuerte viento que soplaba, estaba picado).

19 Habían ya remado unos cinco o seis kilómetros, cuando percibieron a Jesús que, andando por el mar, se acercaba a la barca, y les entró miedo;

20 pero él les dijo: Soy yo, no tengan miedo.

21 Al querer ellos recogerlo en la barca, inmediatamente se encontró la barca en la tierra adonde se marchaban.

22 Al día siguiente, la gente que se había quedado al otro lado del mar se dio cuenta de que allí no había habido más que un bote y que no había entrado Jesús con sus, discípulos en la barca, sino que sus discípulos se habían marchado solos.

23 Llegaron de Tiberíades otros botes cerca del lugar donde habían comido el pan cuando el Señor pronunció la acción de gracias.

24 Al ver la gente que Jesús no estaba allí ni sus discípulos tampoco, se montaron ellos en los botes y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús.

25 Lo encontraron al otro lado del mar y le preguntaron: Maestro, ¿desde cuándo estás aquí?

26 Les contestó Jesús: Sí, se lo aseguro: No me buscan por haber visto señales, sino por haber comido pan hasta saciarse.

27 Trabajen, no por el pan que se acaba, sino por el alimento que dura dando vida definitiva, el que les va a dar este Hombre; pues a éste el Padre, Dios, lo ha marcado con su sello.

28 Le preguntaron: ¿Qué obras tenemos que hacer para trabajar en lo que Dios quiere?

29 Respondió Jesús: Esta es la obra que Dios quiere: que den su adhesión al que él ha enviado.

30 Le dijeron: Y, ¿qué señal realizas tú para que viéndola te creamos?, ¿qué obra haces?

31 Nuestros padres comieron el maná en el desierto; así está escrito: 'Les dio a comer pan del cielo”.

32 Entonces Jesús les respondió: Pues sí, se lo aseguro: Nunca les dio Moisés el pan del cielo; no, es mi Padre quien les da el verdadero pan del cielo.

33 Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y va dando vida al mundo.

34 Entonces le dijeron: Señor, danos siempre pan de ése.

35 Les contestó Jesús: Yo soy el pan de la vida. Quien se acerca a mí nunca pasara hambre y quien me presta adhesión nunca pasará sed.

36 Pero les dije que, aunque hayan estado viendo, no creen.

37 Todo lo que el padre me entrega llega hasta mí, y al que se acerca a mí no lo echo fuera,

38 porque no estoy aquí bajado del cielo para realizar un designio mío, sino el designio del que me mandó.

39 Y éste es el designio del que me mandó: que de todo lo que me ha entregado no pierda nada, sino que lo resucite el último día.

40 Porque éste es el designio de mi Padre, que todo el que reconoce al Hijo y le presta adhesión tenga vida definitiva y lo resucite yo en el último día.

41 Los judíos del sistema lo criticaban porque había dicho: 'Yo soy el pan bajado del cielo',

42 y decían: ¿Pero no es éste Jesús, el hijo de José, de quien nosotros conocemos el padre y la madre? ¿Cómo dice ahora que está aquí bajado del cielo?

43 Replicó Jesús: Déjense de criticar entre ustedes.

44 Nadie puede llegar hasta mí si el Padre que me mandó no tira de él, y a ése yo lo resucitaré el último día.

45 Está escrito en los profetas: 'Serán todos discípulos de Dios''; todo el que escucha al Padre y aprende, se acerca a mí.

46 No porque alguien haya visto personalmente al Padre, excepto el que procede de Dios; ése ha visto personalmente al Padre.

47 Pues sí, se lo aseguro: El que cree tiene vida definitiva.

48 Yo soy el pan de la vida:

49 Sus padres comieron el maná en el desierto, pero murieron;

50 éste es el pan que baja del cielo para comerlo y no morir.

51 Yo soy el pan vivo bajado del cielo, el que come pan de éste vivirá para siempre. Pero, además, el pan que yo voy a dar es mi carne, para que el mundo viva.

52 Los judíos aquéllos peleaban unos con otros diciendo: ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?

53 Les dijo Jesús: Pues sí, se lo aseguro: Si no comen la carne de este Hombre y no beben su sangre, no tienen vida en ustedes.

54 Quien come mi carne y bebe mi sangre tiene vida definitiva y yo lo resucitaré el último día,

55 porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida.

56 Quien come mi carne y bebe mi sangre sigue conmigo y yo con él;

57 como a mí me envió el Padre, que vive, y así yo vivo por el Padre, también aquel que me come vivirá por mí.

58 Este es el pan bajado del cielo, no como el que comieron sus padres y murieron; quien come pan de éste vivirá para siempre.

59 Esto lo dijo enseñando en una reunión, en Cafarnaún.

60 Muchos discípulos suyos dijeron al oírlo: Esto que dice es demasiado; ¿quién puede hacerle caso?

61 Consciente Jesús de que lo criticaban por esto sus discípulos, les dijo: ¿Esto les escandaliza?,

62 ¿y si vieran subir a este Hombre adonde estaba al principio?

63 Es el Espíritu quien da vida, la carne no es de ningún provecho; las exigencias que les he estado exponiendo son espíritu y son vida.

64 Pero hay entre ustedes quienes no creen. (Es que Jesús sabía ya desde el principio quiénes eran los que no creían y quién era el que lo iba a entregar).

65 Y añadió: Por eso les he estado diciendo que nadie puede llegar hasta mí si el Padre no se lo concede.

66 Desde entonces, muchos de sus discípulos se echaron atrás y ya no andaban con él.

67 Preguntó entonces Jesús a los Doce: ¿Es que también ustedes quieren marcharse?

68 Le contestó Simón Pedro: Señor, ¿con quién nos vamos a ir? Tus exigencias comunican vida definitiva,

69 y nosotros creemos firmemente y sabemos muy bien que tú eres el Consagrado por Dios.

70 Les repuso Jesús: ¿No les elegí yo a ustedes, los Doce? Y, sin embargo, uno de vosotros es un enemigo.

71 Se refería a Judas de Simón Iscariote, pues éste, siendo uno de los Doce, lo iba a entregar.

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Biblia - Luis Alonso Schökel y Juan Mateos

Luis Alonso Schökel y Juan Mateos, 1975 ©, Editada por Ediciones Cristiandad.

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