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Isaías 1 - Nueva Biblia Española (1975)

1 Visión de Isaías, hijo de Amos, acerca de Judá y de Jerusalén en tiempos de Ozías, de Yotán, de Acaz y de Ezequías, reyes de Judá.

2 Oigan, cielos; escucha, tierra; que habla el Señor: Hijos he criado y educado, y ellos se han rebelado contra mí.

3 Conoce el buey a su amo, y el burro el pesebre del dueño; Israel no conoce, mi pueblo no recapacita.

4 ¡Ay gente pecadora, pueblo cargado de culpas, raza de malvados, hijos degenerados! Han abandonado al Señor, despreciado al Santo de Israel.

5 ¿Dónde seguirlos hiriendo, si acumulan delitos? La cabeza es una llaga, el corazón está agotado,

6 de la planta del pie a la cabeza no queda parte ilesa: llagas, moretones, heridas recientes, no exprimidas ni vendadas, ni aliviadas con ungüento.

7 Su tierra, devastada; sus ciudades, incendiadas; sus campos, ante ustedes, los devoran extranjeros. ¡Devastación como en la catástrofe de Sodoma!

8 Y Sión, la capital, ha quedado como cabaña de viñedo, como choza de melonar, como ciudad sitiada.

9 Si el Señor de los ejércitos no nos hubiera dejado un resto, seríamos como Sodoma, nos pareceríamos a Gomorra.

10 Oigan la palabra del Señor, príncipes de Sodoma; escucha la enseñanza de nuestro Dios, pueblo de Gomorra.

11 ¿Qué me importa el número de sus sacrificios? -Dice el Señor-. Estoy harto de holocaustos de carneros, de grasa de cebones; la sangre de novillos, corderos y machos cabrios no me agrada.

12 Cuando entran a visitarme y pisan mis atrios, ¿quién exige algo de sus manos?

13 No me traigan más dones vacíos, más incienso execrable. Novilunios, sábados, asambleas... no aguanto reuniones y crímenes.

14 Sus solemnidades y fiestas las detesto; se me han vuelto una carga que no soporto más.

15 Cuando extienden las manos, cierro los ojos; aunque multipliquen las plegarias, no los escucharé. Sus manos están llenas de sangre.

16 Lávense, purifíquense, aparten de mi vista sus malas acciones. Cesen de obrar mal,

17 aprendan a obrar bien; busquen el derecho, enderecen al oprimido; defiendan al huérfano, protejan a la viuda.

18 Entonces, vengan, y litigaremos -dice el Señor-. Aunque sus pecados sean como púrpura, blanquearán como nieve; aunque sean rojos como escarlata, quedarán como lana.

19 Si saben obedecer, lo sabroso de la tierra comerán;

20 si rehúsan y se rebelan, la espada los comerá. Lo ha dicho el Señor.

21 ¡Cómo se ha vuelto una ramera la Villa Fiel! Antes llena de derecho, morada de justicia; ahora de criminales.

22 Tu plata se ha vuelto escoria, tu vino está aguado,

23 tus jefes son bandidos, socios de ladrones: todos amigos de sobornos, en busca de regalos. No defienden al huérfano, no se encargan de la causa de la viuda.

24 Pues bien -oráculo del Señor- de los ejércitos, el héroe de Israel-: tomaré venganza de mis enemigos, satisfacción de mis adversarios.

25 Volveré mi mano contra ti: para limpiarte de escoria en el crisol y apartarte la ganga;

26 te daré jueces como los antiguos, consejeros como los de antaño: entonces te llamarás Ciudad Justa, Villa Fiel.

27 Sión será redimida con él derecho, los repatriados con la justicia.

28 Vendrá la ruina para rebeldes y pecadores juntos, los que abandonan al Señor perecerán.

29 Se avergonzarán ustedes de las encinas que amaban, se sonrojarán de los jardines que elegían.

30 Serán como una encina de hojas secas, como un jardín sin agua.

31 El poderoso será la estopa, su obra será la chispa: arderán los dos juntos y no habrá quien los apague.

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Biblia - Luis Alonso Schökel y Juan Mateos

Luis Alonso Schökel y Juan Mateos, 1975 ©, Editada por Ediciones Cristiandad.

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