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1 Juan 3 - Nueva Biblia Española (1975)

1 Miren qué magnífico regalo nos ha hecho el Padre: que nos llamemos hijos de Dios; y además lo somos. La razón de que el mundo no nos reconozca es que no ha reconocido a Dios.

2 Amigos míos, hijos de Dios lo somos ya, aunque todavía no se ve lo que vamos a ser; pero sabemos que cuando Jesús se manifieste y lo veamos como es, seremos como él.

3 Todo el que tiene puesta en Jesús esta esperanza se purifica, para ser puro como él lo es.

4 Todo el que comete pecado, comete también rebeldía, porque el pecado se identifica con la rebeldía.

5 Como saben, él se manifestó para quitar el pecado, y en él no hay pecado.

6 Ninguno que sigue con él se da al pecado; nadie que se da al pecado lo ha visto ni lo ha conocido.

7 Hijos, que nadie los extravíe: es justo quien practica la justicia, imitándolo a él, que es justo;

8 quien comete el pecado es del diablo, que ha sido pecador desde el principio. Precisamente para esto se manifestó el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo.

9 Quien ha nacido de Dios y lo vive no comete pecado, porque lleva dentro la semilla de Dios; es más, como ha nacido de Dios y lo vive, le resulta imposible pecar.

10 Con esto queda claro quiénes son los hijos de Dios y quiénes los hijos del diablo. Quien no practica la justicia, o sea, quien no ama a su hermano, no es de Dios;

11 porque el mensaje que oyeron ustedes desde el principio fue éste: que nos amemos unos a otros,

12 no como Caín, que estaba de la parte del malo y asesinó a su hermano. Y ¿por qué lo asesinó? Porque sus propias acciones eran malas y, las de su hermano justas.

13 No se extrañen, hermanos, si el mundo los odia.

14 Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida porque amamos a los hermanos. No amar es quedarse en la muerte,

15 odiar al propio hermano es ser un asesino, y saben que ningún asesino conserva dentro la vida eterna.

16 Hemos comprendido lo que es el amor porque aquél se desprendió de su vida por nosotros; ahora también nosotros debemos desprendernos de la vida por nuestros hermanos.

17 Si uno posee bienes de este mundo y, viendo que su hermano pasa necesidad, le cierra sus entrañas, ¿cómo va a estar en él el amor de Dios?

18 Hijos, no amemos con palabras y de boquilla, sino con obras y de verdad.

19 De este modo sabremos que estamos de parte de la verdad y podremos apaciguar ante Dios nuestra conciencia;

20 y eso aunque nuestra conciencia nos condene, pues por encima de nuestra conciencia está Dios, que lo sabe todo.

21 Amigos míos, cuando la conciencia no nos condena, sentimos confianza para dirigirnos a Dios

22 y además, obtenemos cualquier cosa que le pidamos, porque cumplimos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada.

23 Y su mandamiento es éste: que demos fe a su Hijo Jesús, el Mesías, y nos amemos unos a otros como él nos mandó.

24 Quien cumple sus mandamientos está con Dios y Dios con él, y así, gracias al Espíritu que nos dio, conocemos que Dios está con nosotros.

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Biblia - Luis Alonso Schökel y Juan Mateos

Luis Alonso Schökel y Juan Mateos, 1975 ©, Editada por Ediciones Cristiandad.

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