Lucas 24 - Biblia Reina Valera 19771 El primer día de la semana, muy de mañana, vinieron al sepulcro, trayendo las especias aromáticas que habían preparado; y algunas otras mujeres con ellas. 2 Y hallaron que había sido retirada la piedra del sepulcro; 3 y entrando, no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. 4 Aconteció que estando ellas perplejas por esto, he aquí que se pararon junto a ellas dos varones con vestiduras resplandecientes; 5 y al llenarse ellas de miedo, y bajar el rostro a tierra, les dijeron ellos: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? 6 No está aquí, sino que ha resucitado. Recordad cómo os habló cuando aún estaba en Galilea, 7 diciendo: Es necesario que el Hijo del Hombre sea entregado en manos de hombres pecadores, y que sea crucificado, y resucite al tercer día. 8 Entonces ellas se acordaron de sus palabras, 9 y volviendo del sepulcro, refirieron todas estas cosas a los once, y a todos los demás. 10 Eran María Magdalena, y Juana, y María madre de Jacobo, y las demás con ellas, quienes dijeron estas cosas a los apóstoles. 11 Mas a ellos les parecían locura las palabras de ellas, y no las creían. 12 Pero Pedro se levantó, y corrió al sepulcro; y asomándose adentro, vio las vendas de amortajar puestas allí solas, y se fue a casa asombrado de lo que había sucedido. 13 Y he aquí que dos de ellos iban caminando el mismo día a una aldea llamada Emaús, que estaba a sesenta estadios de Jerusalén. 14 E iban hablando entre sí de todas aquellas cosas que habían acontecido. 15 Sucedió que mientras hablaban y discutían entre sí, Jesús mismo se acercó, y se puso a caminar con ellos. 16 Mas los ojos de ellos estaban velados, para que no le conociesen. 17 Y les dijo: ¿Qué discusiones son éstas que tenéis entre vosotros mientras camináis, y por qué estáis tristes? 18 Respondiendo uno de ellos, que se llamaba Cleofas, le dijo: ¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no te has enterado de las cosas que en ella han acontecido en estos días? 19 Entonces él les dijo: ¿Qué cosas? Y ellos le dijeron: De Jesús nazareno, que fue un profeta, poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo; 20 y cómo le entregaron los principales sacerdotes, así como nuestros gobernantes, a sentencia de muerte, y le crucificaron. 21 Pero nosotros esperábamos que él era el que iba a redimir a Israel; ciertamente, y además de todo esto, hoy es ya el tercer día desde que esto ha acontecido. 22 Y también nos han asombrado unas mujeres de entre nosotros, las que de madrugada fueron al sepulcro; 23 y como no hallaron su cuerpo, vinieron diciendo que también habían visto visión de ángeles, los cuales dicen que él vive. 24 Y fueron algunos de los nuestros al sepulcro, y lo hallaron tal como las mujeres habían dicho, pero a él no le vieron. 25 Entonces él les dijo: ¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer en todo lo que los profetas han dicho! 26 ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria? 27 Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, se puso a explicarles en todas las Escrituras lo referente a él. 28 Llegaron a la aldea adonde iban, y él hizo como que iba más lejos. 29 Mas ellos le constriñeron, diciendo: Quédate con nosotros, porque atardece, y el día ya ha declinado. Entró, pues, a quedarse con ellos. 30 Y aconteció que estando sentado con ellos a la mesa, tomó el pan y bendijo; y partiéndolo, les dio. 31 Entonces les fueron abiertos los ojos, y le reconocieron; mas él desapareció de su vista. 32 Y se dijeron el uno al otro: ¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros, mientras nos hablaba en el camino, cuando nos abría las Escrituras? 33 Y levantándose en aquella misma hora, volvieron a Jerusalén, y hallaron a los once reunidos, y a los que estaban con ellos, 34 que decían: Ha resucitado el Señor verdaderamente, y se ha aparecido a Simón. 35 Entonces ellos contaban las cosas que les habían acontecido en el camino, y cómo le habían reconocido al partir el pan. 36 Mientras ellos aún hablaban de estas cosas, Jesús se puso en medio de ellos, y les dijo: Paz a vosotros. 37 Entonces, espantados y atemorizados, creían ver un espíritu. 38 Pero él les dijo: ¿Por qué estáis turbados, y se suscitan en vuestro corazón estos pensamientos? 39 Mirad mis manos y mis pies, que soy yo mismo; palpad, y ved; porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo. 40 Y diciendo esto, les mostró las manos y los pies. 41 Y como todavía ellos, de gozo, no lo creían, y estaban asombrados, les dijo: ¿Tenéis aquí algo de comer? 42 Entonces le dieron parte de un pez asado, y un panal de miel. 43 Y él lo tomó, y comió a la vista de ellos. 44 Y les dijo: Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos. 45 Entonces les abrió la mente, para que comprendiesen las Escrituras; 46 y les dijo: Así está escrito, y así era necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día; 47 y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados a todas las naciones, comenzando desde Jerusalén. 48 Y vosotros sois testigos de estas cosas. 49 He aquí que yo voy a enviar sobre vosotros la promesa de mi Padre; pero vosotros quedaos en la ciudad, hasta que seáis revestidos de poder desde lo alto. 50 Y los sacó fuera hasta Betania, y alzando sus manos, los bendijo. 51 Y aconteció que mientras los bendecía, se fue alejando de ellos, e iba siendo llevado arriba al cielo. 52 Ellos, después de haberle adorado, se volvieron a Jerusalén con gran gozo; 53 y estaban siempre en el templo, alabando y bendiciendo a Dios. Amén. |
La Revisión de Reina Valera 1977, realizada bajo los auspicios de CLIE, por un equipo de especialistas en traducción bíblica. ©