Marcos 1 - Biblia Arcas-Fernandez (Nuevo Testamento)1 Principio de la buena noticia de Jesucristo, [ el Hijo de Dios ].# 2 Así está escrito en el libro del profeta Isaías: Yo envío mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino. 3 Se oye una voz: alguien grita en el desierto: ' ¡Preparad el camino del Señor: abrid sendas rectas para él! ' 4 Juan el Bautista se presentó en el desierto bautizando a la gente. Proclamaba que la conversión es necesaria para recibir el perdón de los pecados. 5 De toda la región de Judea y todos los habitantes salían a escucharle. Confesaban sus pecados y Juan los bautizaba en el Jordán. 6 Juan iba vestido de pelo de camello, llevaba un cinturón de cuero y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. 7 Y lo que proclamaba era esto: - Después de mi viene uno que es más poderoso que yo. Yo ni siquiera soy digno de agacharme para desatar las coreas de sus sandalias. 8 Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo. 9 Por aquel tiempo llegó Jesús procedente de Nazaret, de la región de Galilea, y Juan le bautizó en el Jordán. 10 Cuando salía del agua, Jesús vio que el cielo se abría y que el Santo descendía sobre él como una paloma. 11 Y una voz que salía del cielo decía: - Tú eres mi Hijo amado; en ti me complazco. 12 Después el Espíritu impulsó a Jesús a ir al desierto. 13 donde Satanás le puso a prueba durante cuarenta días. Vivía entre animales salvajes y era atendido por los ángeles. 14 Después que Juan fue encarcelado, Jesús se dirigió a Galilea, a predicar la buena noticia del reino de Dios. 15 Decía: - El tiempo ha llegado y el reino de Dios ya está cerca. Convertíos y creed en el mensaje de salvación. 16 Iba Jesús caminando por la orilla del lago de Galilea, cuando vio a dos hermanos: Simón y Andrés. Eran pescadores, y estaban echando la red al agua. 17 Jesús les dijo: - Venid conmigo y haré que seáis pescadores de hombres. 18 Ellos dejaron al punto sus redes y se fueron con él. 19 Un poco más adelante vio a Santiago y a su hermano Juan, los hijos de Zebedeo, que estaban en la barca reparando las redes. 20 Los llamó, y ellos se fueron con él, dejando a Zebedeo, su padre, en la barca, junto con unos pescadores que tenían contratados. 21 Entraron en Cafarnaún, y, cuando llegó el día festivo, Jesús fue a la sinagoga y se puso a enseñar. 22 Todos quedaban impresionados por sus enseñanzas, porque les enseñaba con verdadera autoridad y no como sus maestros de la Ley. 23 Estaba allí, en la sinagoga, un hombre poseído por un espíritu impuro, que gritaba: 24 - ¡Jesús de Nazaret, déjanos en paz! ¿Has venido a destruirnos? ¡Te conozco bien: tú eres el Santo de Dios! 25 Jesús le increpó, diciéndole: - ¡Cállate y sal de él! 26 El espíritu impuro, sacudiendo violentamente al hombre y dando un gran alarido, le dejó. 27 Todos los que presenciaron lo sucedido se asombraron, y se preguntaban unos a otros: - ¿Qué está pasando aquí? Es una nueva enseñanza, llena de autoridad. Además, este hombre da órdenes a los espíritus impuros, y le obedecen. 28 Y muy pronto se extendió la fama de Jesús por todas partes en la región de Galilea. 29 Al salir de la sinagoga, Jesús fue a casa de Simón y Andrés, acompañado también por Santiago y Juan. 30 Le dijeron que la suegra de Simón estaba en cama, con fiebre. 31 Y él, tomándola de la mano, hizo que se levantara. En seguida le desapareció la fiebre y se puso a atenderles. 32 Al anochecer, cuando ya el sol se había puesto, le llevaron todos los enfermos y poseídos por demonios. 33 Todo el pueblo se apiñaba a la puerta, 34 y Jesús curó a muchos que padecían diversas enfermedades y expulsó muchos demonios. A estos demonios no les permitía que hablaran de él, porque ya le conocían. 35 De madrugada, antes de amanecer, Jesús se levantó y, saliendo de la ciudad, se dirigió a un lugar apartado a orar. 36 Simón y los demás fueron en su busca, 37 y, cuando le encontraron, le dijeron: - Todos están buscándote. 38 El contestó: - Vayamos a los pueblos cercanos a anunciar el mensaje también allí. Para eso he venido. 39 Así recorrió toda Galilea anunciando el mensaje en las sinagogas y expulsando demonios. 40 Un leproso se acercó a Jesús, pidiéndole de rodillas: - Si quieres, puedes limpiarme de mi enfermedad. 41 Jesús, conmovido, extendió la mano, le tocó y le dijo: - Quiero. Queda limpio. 42 Al instante le desapareció la lepra y quedó limpio. 43 Jesús entonces le despidió, encargándole en tono severo: 44 - Mira, no le cuentes esto a nadie; sino ve, muéstrate al sacerdote y presenta por tu curación la ofrenda prescrita por Moisés. Así todos tendrán evidencia de tu curación. 45 Pero él, en cuanto se fue, comenzó a contar lo ocurrido; y como la noticia se extendió con rapidez, Jesús ya no podía entrar libremente en ningún pueblo, y se quedaba en lugares apartados. Sin embargo, de todas partes acudía la gente a buscarle. |
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